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Del nombre
Los seris se llaman a sí mismos Konkaak,
lo cual quiere decir en su lengua "la gente". El término seri proviene en cambio de la lengua yaqui y significa
"hombres de la arena".
Localización
Actualmente habitan en dos localidades de la costa desértica del estado de Sonora:
Desemboque, municipio de Pitiquito, y Punta Chueca, municipio de Hermosillo.
Periódicamente y de acuerdo con los ciclos de pesca, radican también en
diversos campos pesqueros distribuidos a lo largo de su territorio de
aproximadamente 100 km de litoral. El territorio konkaak comprende un área aproximada de 211 000 ha al nivel
del mar, y está integrado por una parte continental y por la isla de Tiburón.
Infraestructura
Hacia el sur, Punta Chueca se comunica mediante un camino de terracería con el poblado de Bahía Kino,
de donde sale la carretera de 105
km que conduce a la ciudad
de Hermosillo. Hacia el norte, Desemboque se comunica por medio de una
carretera de 156 km con la ciudad de Caborca, Sonora.
Durante muchos años, se entraba o salía de la región mediante el transporte
en vehículos particulares o de instituciones gubernamentales.
En los poblados seris, las casas habitación están
distribuidas a lo largo de calles no pavimentadas. Carecen de drenaje, luz
eléctrica y agua potable.
Cada poblado cuenta con un cuarto frío donde se almacenan los productos de la
pesca antes de ser vendidos. Cada uno tiene, también, instalaciones escolares
para estudiantes de nivel preescolar y primario.
Antecedentes históricos
El territorio konkaak tenía, antes de la llegada de
los españoles, como límites naturales el mar, las cadenas montañosas y el
desierto de Encinas. Sobre la costa desértica, hacia el sur, limitaba con el
río Yaqui, al norte con el desierto de Altar, al este llegaba hasta Horcasitas y al oeste, además de la costa, ocupaba islas
cercanas como Tiburón, San Esteban, Patos y Alcatraz. El área que recorría el
grupo abarcaba lo que actualmente son catorce municipios de Sonora, pues era
un pueblo nómada cuya movilidad giraba en torno a los recursos acuíferos y a
los ciclos de la flora y fauna básicos para su supervivencia. Se presume que
en la época prehispánica estaban organizados en seis bandas, divididas a su
vez en clanes. No existía jefe de clan ni de banda, y sólo era nombrado para
cumplir tal función el individuo más capacitado en épocas extraordinarias
como la guerra, así como en tiempos difíciles de escasa recolección, caza y
pesca. La mujer tenía un papel económicamente importante, pues se encargaba
de la recolección que garantizaba el sustento diario, por lo cual estaban
organizados en clanes de estructura matriarcal.
Por su cultura, los konkaak eran la antítesis de lo
que necesitaban los españoles: su territorio no era fácilmente aprovechable,
no tenían riquezas acumuladas, no producían lo suficiente para hacer
redituable la conquista y eran inútiles como mano de obra para cultivar y
servir, ya que desconocían esas actividades. Por ello, los seris conservaron durante más tiempo que otros pueblos
indígenas su autonomía y su cultura. Durante el periodo colonial, los
contactos más estables se dieron entre los seris y
los jesuitas, quienes intentaron concentrarlos en pueblos para evangelizarlos
y enseñarles labores agrícolas. Ninguno de sus esfuerzos tuvo éxito y los seris siempre regresaron a la vida del desierto, por lo
que fueron considerados como un grupo belicoso, dedicado al pillaje, robo y
matanza del ganado de los blancos.
Los españoles primero y los mexicanos más tarde, reaccionaron ante los konkaak no con políticas de conquista y colonización sino
de exterminio. Eso condujo al aniquilamiento casi total del grupo.
Cabe remarcar que los seris nunca fueron
formalmente conquistados y, menos aún, evangelizados y pacificados. Poco a
poco fueron confinados a la parte más inhóspita de su
territorio, diezmados en su número y obligados a aceptar intercambios
no siempre ventajosos con los colonizadores no indígenas.
Ya para el periodo independiente se había desarticulado el sistema de
organización de bandas y habían perdido casi la totalidad de sus dominios en
la tierra continental. No obstante, fue a lo largo de los dos primeros
tercios del siglo XIX cuando fueron más perseguidos y prácticamente
aniquilados tanto por los soldados como por los rancheros mexicanos, quienes
mediante la nueva tecnología podían utilizar los recursos naturales que aún
quedaban en manos de los seris; algunos de éstos
lograron huir y refugiarse en la isla Tiburón.
La escasez de agua y animales para la caza, además de diversas enfermedades,
fueron los factores predominantes para que los seris
abandonaran su refugio en la isla Tiburón y volvieran a incursionar en
tierras continentales, primero para contratarse temporalmente como armadores
(comerciantes de pescado) y rancheros, después para establecerse
definitivamente. Entre las causas externas que permitieron su retorno con
éxito está principalmente la crisis de 1929, que provocó grandes migraciones
de pobladores empobrecidos hacia ciudades y centros agrícolas del norte y
noreste del país, lo que aumentó el consumo de pescado y otros productos
marinos de menor precio que la carne de res.
Desde ese momento, los seris empezaron a tener como
elemento esencial de su economía el intercambio comercial y la utilización
del dinero en sus operaciones de mercado. Con ello se inicia un periodo en el
cual se suceden con mayor velocidad y profundidad los cambios en su
estructura organizativa y cultural.
A su retorno de la isla Tiburón los seris se
establecieron a lo largo de la costa, hasta que en 1936 el entonces
presidente de la
República, general Lázaro Cárdenas, atendiendo a sus
demandas de apoyo, promovió su organización en cooperativas de pescadores,
les proporcionó el equipo necesario y los concentró en el poblado de Bahía Kino. Sin embargo, al irse colonizando cada vez más este
poblado por pescadores no indígenas, los seris se
trasladaron a Desemboque, usando como campamentos ocasionales algunos campos
intermedios. En 1970 fue reconocido su territorio cuando el presidente Luis Echeverría les dotó en ejido una franja costera de 91 000 ha, lo que
corresponde al 0.5% de la superficie total del estado. En 1975, con varios
decretos más, el mismo presidente declara el Canal del Infiernillo como zona
de pesca exclusiva seri y les otorgó simbólicamente
como posesión comunal la isla Tiburón, decretada a su vez como zona de
reserva ecológica.
Lengua
La lengua de los konkaak forma parte de la filum o estirpe Hokano, al que
también pertenecen el coahuilteco (noreste de
México) y el tlapaneco. Sin embargo, la lengua seri forma parte de la familia seriyumana,
lo que significa, por un lado, que su relación más estrecha y reciente se
encuentra con el yumano de la parte norte de la
península de California, y, por otra, que esta lengua contrasta totalmente
con la de los vecinos hablantes de idiomas y uto-aztecas
como el pima, pápago,
yaqui y mayo que pertenecen a otro filum o estirpe
relativamente reciente en el área. Actualmente la mayoría de la población es
bilingüe y, en algunos casos, hasta trilingüe, pues además del seri hablan español e inglés.
Los seris mantienen su lengua con gran vitalidad y
en lugar de adoptar términos del español para designar los nuevos elementos
culturales que se han agregado a su vida, continúan creando términos nuevos.
Salud
Es casi nulo el conocimiento que se tiene sobre la existencia de terapeutas y
técnicas tradicionales entre los seris. Aunque
poseen conocimientos sobre algunas plantas que utilizan para curar
enfermedades leves, recurren con frecuencia a la medicina alópata para los
partos y para los padecimientos importantes.
Por otra parte, el proceso de sedentarización que
ha sufrido el grupo provocó cambios en su dieta y patrones de consumo, lo que
ha generado diversos problemas de salud como obesidad, ceguera, enfermedades
gastrointestinales y pérdida de los dientes.
Vivienda
En los campos pesqueros todavía es posible encontrar casas tradicionales. Son
paravientos de hierbas acomodadas encima de un
armazón de ocotillo, doblados y amarrados, los
cuales forman una especie de túnel. Sirven para una sola familia y son
adecuados para una vida nómada. En los poblados, las casas son
mayoritariamente de block, concreto y techo de lona
o asbesto, aunque es posible todavía encontrar algunas viviendas de madera,
adobe o ambos con techos de lámina de cartón. Por lo general constan de
cocina, comedor, baño y uno o dos dormitorios.
Este tipo de vivienda fue promovido y apoyado por el gobierno federal y
estatal entre 1974 y 1984, y 1984, pero debido al tipo de materiales
empleados en la construcción y a su orientación física, son calurosas en
verano y frías en invierno, por lo que de ninguna manera pueden considerarse
adecuadas para las condiciones climáticas y culturales del grupo. Por ello,
la mayor parte del tiempo las familias seris
continúan viviendo y trabajando en las enramadas construidas en los patios o
directamente en la playa.
Artesanías
El trabajo artesanal consiste actualmente en el tallado en madera de palo fierro, el tejido de coritas
(canastos) y la elaboración de collares. El tallado de palo fierro fue iniciado, según se cuenta, en 1964 por don
José Astorga Encinas, en un momento crítico para la tribu la cual necesitaba
ingresos monetarios para sobrevivir.
La elaboración de las coritas es una actividad que
se practica desde la época prehispánica. Sus formas tradicionales son
globulares o extendidas; su producción es muy laboriosa, ya que exige una
gran inversión de tiempo que varía entre un mes, si es pequeña (20 ´ 20 cm),
hasta uno o dos años si es muy grande (1.5 ´ 1.5 m). Cuando se termina
una de estas piezas se hace una ceremonia especial. Debido al elevado costo
de las coritas, en especial las grandes, son
compradas principalmente por extranjeros.
Los collares, de variados e innovadores diseños, se elaboran con caracoles,
conchas, vértebras de víbora de cascabel y de pescado, semillas y,
últimamente, también con chaquira. Es un trabajo artesanal que, al igual que
los otros, ocupa un tiempo más o menos constante entre las mujeres, si bien
se obtiene de él menos ingresos que con las coritas
o las figuras de palo fierro. No obstante
precisamente por su bajo precio, tiene un mayor mercado en el resto del país.
Territorio, ecología y reproducción social
El territorio actual de los konkaak tiene una
superficie total de 211
000 ha, de las cuales 91 000 fueron dotadas por la vía
ejidal y 120 000 por vía de dotación comunal. Por la extensión territorial
con la que han sido dotados y por el poco número de miembros de la tribu, los
seris, junto con los lacandones, pueden ser
considerados como los indígenas con mayor posesión de tierras en el país. Sin
embargo, en el caso de los seris, las difíciles
condiciones ecológicas de su hábitat hacen muy difícil su aprovechamiento. En
general, la superficie de su territorio es plana, salvo algunas
elevaciones como la sierra Seri en la costa y la
sierra Konkaak en la isla Tiburón con 1 218 m sobre el nivel
del mar.
Los suelos son por lo general delgados, en algunas partes hasta con un 80% de
pedregosidad, y, aun cuando hay áreas con dunas,
éstas son pobres en nitrógeno y materia orgánica. Por su textura, los suelos
son de tipo francoarenoso y arenoso en los valles.
Por sus características permeables no cuentan con ríos, lagos o corrientes
importantes, salvo el río de San Ignacio que nace en la sierra cercana y
desemboca cerca de Desemboque, pero que es temporal y de poco caudal. La isla
Tiburón está provista de cinco aguajes que no son suficientes para sostener a
la población seri. Los flujos hidráulicos
subterráneos que pudieran llegar a la altura de Punta Chueca son previamente
explotados por los colonos de la costa de Hermosillo mediante pozos profundos
y captaciones de la presa Adalberto Rodríguez.
En esta región el clima es caluroso con precipitaciones pluviales de 75 a 200 mm
por año; el principal tipo de clima es sumamente seco o desértico. Es posible
registrar temperaturas mínimas de 8.5°C bajo cero en
los meses de diciembre a febrero y de 49.5°C entre los
meses de junio y agosto. Con tales características, el desarrollo de la
agricultura ha sido hasta ahora imposible y aun la ganadería se ha topado con
dificultades, pues el índice de agostadero es de 50 a 60 ha por cabeza de ganado
y sin manantiales o pozos de agua. Por tanto, la principal fuente de
aprovechamiento de sus recursos sigue siendo los casi 100 km
de litoral que poseen para su uso exclusivo. Pese a la aridez del desierto
que habitan, los seris aprovechan la flora y la
fauna de la zona. Así, la pesca, junto con el tallado de palo fierro y la elaboración de coritas
y collares, son las principales fuentes de ingresos para la familia seri. La pesca comercial es redituable sólo de los meses
de septiembre a mayo, lo cual se complementa con la venta de artesanías. La
pesca de autoconsumo que se realiza durante todo el año se complementa con la
caza y la recolección de otras especies alimenticias con el fin de mejorar
eventualmente la dieta. Sin embargo, el territorio seri,
actualmente muy rico en recursos pesqueros y con gran potencial turístico, ha
sido invadido en algunas partes por población no indígena.
Los seris no acostumbran salir de su territorio en
busca de trabajo y aun dentro de él aceptan difícilmente contratarse como
asalariados; nunca han aceptado la existencia de un patrón, un contrato por
horario y la asignación de tareas preestablecidas y definidas por otros.
Organización social
A través de las relaciones de parentesco, los seris
llegaron a establecer sistemas de ayuda recíproca y de distribución de
recursos que aseguraban la supervivencia total del grupo. Destaca el
mecanismo denominado kimusi ("buscar comida"),
el cual da derecho a todo miembro de la tribu a procurarse parte de la comida
que se consuma en cualquier parte de la comunidad sin necesidad de una
invitación previa; o bien, el kanoaa ana koit, derecho a pedir pescado para comer a cualquier
panga que llega del mar. Otro de los mecanismos es el amaj,
que se pone en marcha en la fiesta de pubertad de las doncellas y en los
casos de muerte, cuya función económica es el intercambio de bienes
materiales entre las diferentes familias del grupo.
Con la integración formal de los konkaak a la vida
nacional, se han visto obligados a nombrar una serie de autoridades tales
como el consejo supremo, el comisariado ejidal, el
consejo de bienes comunales, una sociedad cooperativa pesquera y una sociedad
cooperativa de consumo artesanal. No obstante, la variedad de autoridades y
el gran número de leyes y normas derivadas de los reglamentos de cada forma
de organización han resultado en el incumplimiento de las leyes, además de
traer conflictos en la interacción de las autoridades y en su relación con la
población.
Cosmogonía y religión
Los seris no desarrollaron un sistema de gobierno
religioso-festivo muy complejo. Su interpretación del mundo, sus ritos, sus
fiestas y demás manifestaciones culturales tienen un carácter estrechamente
relacionado con la naturaleza y con los aspectos biológicos y sociales de la
reproducción del grupo.
Así, sus principales ritos están vinculados con el nacimiento, con el inicio
de la pubertad y con la muerte; sus canciones y relatos giran en torno al
mar, los tiburones, las zorras y las antiguas
hazañas de héroes y guerreros. Al no haber sido evangelizados formalmente,
carecen de los elementos católicos que se encuentran en otros grupos
indígenas.
En la zona seri no hay ninguna iglesia católica ni
sacerdotes de este culto. Existen dos templos protestantes. A pesar de todo,
mantienen en su lengua y sus prácticas esa matriz cultural que los asocia
directamente con la naturaleza.
Fiestas
Sus principales fiestas
siguen siendo las de la pubertad, la llegada de la caguama de los siete
filos, los ritos de muerte y los asociados con el inicio del año nuevo seri y el término de la elaboración de las coritas. Para la organización de sus fiestas continúa
presente la cooperación de los miembros de la tribu (amaj).
Para sus ceremonias emplean zumbadores de madera, sonajas de hojalata,
percutores hechos con jícaras invertidas sostenidas sobre agua y el omichihuatli, que es un raspador o palo estriado que se
raspa con otro para que suene sobre la vasija invertida.
Relaciones con otros pueblos
Los principales contactos de los seris son con la
población no indígena de Bahía Kino, Puerto
libertad y Hermosillo, y se dan en el ámbito del comercio y los servicios.
Las relaciones con otros indígenas de Sonora han sido propiciadas por
instituciones gubernamentales que han promovido consejos de índole política.
Tienen además un intenso contacto con extranjeros, principalmente estadounidenses,
en el ámbito comercial y religioso; su trato con ellos es cordial, en cambio
existe resentimiento contra los mexicanos debido al recuerdo de las matanzas
y luchas por apoderarse de su territorio.
Recurren los seris al rock
para transmitir antiguos cantos rituales
Francisco Molina y Jeremías López,
integrantes de Hamac Caziim,
Más que roqueros, se asumen como músicos que interpretan canciones muy viejas
para jóvenes seris .
Venido desde la costa de Sonora,
El Desemboque donde se juntan el mar y el desierto, el cuarteto de rock seri Hamac Caziim
(Fuego Divino), impresionan con su recreación de antiguos cantos rituales
y nos hacen recordar ''lo que somos"
como mexicanos.
Una experiencia auditiva que
oscila entre el sacudimiento emocional ante lo nuevo y auténtico, y la
reflexión sobre los novedosos y diversos caminos que las culturas indígenas
se abren para perdurar y seguir aportando a la cultura mestiza dominante.
La original propuesta musical de Hamac Caziim, que lleva casi
una década de maduración y que en agosto próximo podría contar con su primer
disco compacto, aunque ya han participado en una antología grabada por el
extinto Instituto Nacional Indigenista.
La batería de Israel Robles, que
desde el rock desglosaba a los tambores tradicionales, parece convertirse en
la base de esta música, aunque el bajo de Jeremías López y la guitarra de
Anselmo Morales, pese a sus exploraciones contemporáneas, nunca abandonan del
todo su fuente primaria: la música, el canto y la danza de su pueblo.
Mientras, el vocalista Francisco
Molina, El Indio, en un acto de reivindicación y saludable
congruencia, sólo cantaba y hablaba en seri a un
público al que no le importaban, en ese momento, los contenidos del lenguaje,
sino las formas que observaba y escuchaba, también cargadas de significados.
Rolas para los chavos
seris
Descalzo, de negro y vestido con
elementos y collares tradicionales, El Indio sólo dijo en castellano:
''A lo mejor no somos lo que
quisieran ver. No nos consideramos roqueros, sino músicos. Todas las
canciones que cantamos son muy viejas. Quisimos hacerlas así para que los
jóvenes seris sigan escuchándolas. Si a ustedes
esto les gusta o no, a nosotros no nos importa."
Israel Robles es sobrino de Amalia
Astorga, síntesis de la reciedumbre espiritual del pueblo seri de Sonora y a quien se le han escuchado varios cantos
rituales a capella durante las reuniones nacionales de mujeres
indígenas creadoras.
De hecho, los cantos de doña
Amalia son los que interpretaron los de Hamac Caziim. La voz profunda y cavernosa de la venerable
anciana también aparecerá en una antología que prepara la etmusicóloga
Aurora Oliva y el poeta Juan Gregorio Regino,
promotores de la
Dirección General de Culturas Populares e Indígenas del
Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes.
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