Puerto y Villa  La Libertad

Puerto y Villa la Libertad (1861); por un lado, el liberalismo en Sonora durante el siglo XIX y, por otro, la intensa relación económica transfronteriza, principalmente en cuanto al intercambio comercial. Como respuesta a este mercado y a la entrada de mercancías por el golfo de California rumbo a Estados Unidos, el general Ignacio Pesqueira decretó en 1859, la apertura de un nuevo puerto “Ciudad Puerto Libertad”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Para realizar el proyecto, Pesqueira formó una Comisión Científica integrada por sonorenses y encabezada por el guaymense Tomás Robinson quien dos años después presentó el resultado. La creación de este puerto tenía entre otros objetivos proteger la frontera del expansionismo anglosajón, regular el tráfico clandestino de mercancías al establecer una aduana, y activar la amplia zona agrícola- minero-ganadera del desierto sonorense (Altar; Caborca y Pitiquito).

Las condiciones de clima, agua y otros recursos eran favorables y se contaba con una amplia zona para desarrollo adyacente a la ciudad. La ciudad tendría 12 mil hectáreas, trazo cuadriculado, todo tipo de servicios y el eje que le daría vida sería un ferrocarril proviniente del norte.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los promotores de la idea eran Juan A. Robinson y su hijo Tomás, dueños además de los terrenos. El proyecto no se realizó por la muerte inesperada de Tomás y la inestabilidad que provocó la intervención francesa.

 

Justificación del proyecto

Durante la década de los años sesenta del siglo XIX, convulsa la república a causa de la guerra de Reforma y la intervención francesa, el estado de Sonora como otras entidades del norte del país, experimenta una relativa autonomía política. En esta coyuntura de inestabilidad republicana que propició el relajamiento de los controles ejercidos por el gobierno central sobre los poderes regionales, las elites o grupos de poder en control del gobierno local ensayaron una política de corte liberal.

 

Esta prematura versión regional de liberalismo se manifestó en el impulso a una política de apertura al capital extranjero; en el fomento a la libertad de comercio; en el reconocimiento a los derechos individuales, que asegurara la propiedad privada sobre cualquier otra forma de tenencia de la tierra; en la definición de una legislación laboral, que pretendía un marco contractual para la relación entre el capital y el trabajo y en los afanes por hacer ciudadanos a los indígenas y convertirlos así en propietarios individuales. Todo ello debidamente plasmado en sus leyes. No es exagerado señalar que en esta tierra, lejana y aislada del centro del país, se ensayaba el proyecto liberal plasmado a escala nacional en la Constitución de 1857. Aunque se trató de una experiencia efímera, con expresiones y avances, igual que en los otros estados de la región noroeste.

 

El otro elemento significativo en esta coyuntura, quizás con una corriente más fuerte para arrastrar tras de sí a las áreas adyacentes, fue el surgimiento del mercado transfronterizo entre Sonora y Arizona, cuya influencia se sentía en las más lejanas goteras de este estado norteño. En efecto, los trabajos mineros y el desarrollo de la agricultura en Arizona, consecuencia de la firma del tratado de la Mesilla en 1853, tuvieron un efecto abrupto en la economía y la sociedad sonorense, especialmente en las comunidades del septentrión de Sonora.

 

Como dejamos ver en líneas arriba, el mayor impacto de esta relación económica ocurrió en Sonora, debido a  esta vida de frontera y a la dependencia de Arizona con respecto al mercado de California, con rumbo al vecino país, el gobierno de Sonora, con el general Pesqueira a la cabeza, decretó en 1859 la apertura de un puerto nuevo. Esta rada se aprovecharía para el embarque de minerales con destino al mercado norteamericano y europeo. El puerto quedó ubicado en la parte norte del golfo de California, en un punto llamado La Libertad. Con la nueva rada se pretendía beneficiar a los minerales y ranchos situados en el desierto de Altar  y sierra de Magdalena, pero ante todo facilitar -sin descartar una estrategia fiscal- una envidiable conexión al mar a los colonos anglosajones de Arizona.

 

Misión

 

Apenas emitido el decreto, mediante el cual nació el Puerto de la Libertad, el régimen de Pesqueira formó la Comisión científica integrada por sonorenses y encabezada por el guaymense Tomás Robinson, cuya misión consistió en estudiar el potencial marítimo, comercial e industrial de la zona donde se ubicaba la bahía mencionada. Dos años después, en 1861, presentó el resultado de la tarea encomendada: nació en papel el proyecto de Ciudad Puerto Libertad.

Para las elites de Sonora, Que acompañaban en el poder a Ignacio Pesqueira, la creación de Ciudad Puerto Libertad Tenía, entre otros objetivos, proteger la frontera en la parte norte del golfo de California, amenazada por el latente expansionismo anglosajón; poner, mediante el establecimiento de una aduana, en dique al tráfico clandestino de mercancías que por la costa y el desierto hacían grupos de ambos lados; activar una amplia zona agrícola-minero-ganadera el desierto sonorense, perteneciente al distrito de Altar y aprovechar con oportunidad atingencia el jugoso mercado que vertiginoso se abría en Arizona.

 

El proyecto  –ambicioso y estratégico para su época- de Ciudad Puerto Libertad, en forma particular pretendía dar vida a las poblaciones de Altar, Caborca y Pitiquito; es decir, servir de punta de lanza para el desarrollo regional de una zona dilatada. Con la construcción de este moderno espacio urbano-portuario se lograría que los productores del desierto exportaran la cosecha de trigo, fruta y carne seca, queso y mantequilla. Los mineros tendrían una salida fácil para sus metales y atraerían capitales para invertir en su ramo. Además, ampliarían las relaciones comerciales por mar y tierra más allá de las fronteras. Igualmente, existían expectativas de fomentar el poblamiento con inmigrantes, pues según su parecer, el puerto sería una villa segura para gente dispuesta al trabajo y a la industria.

 

En los argumentos y bondades del proyecto se manejaba que en la superficie de 37 mil hectáreas, adyacente a la villa o ciudad, había terrenos baldíos con un futuro promisorio pues contaban con agua abundante, disponibilidad de huertas y ejidos para el pasto de ganado y corte de leña y, por si fuera poco, un área abundante en placeres de oro en espera de una mano prodigiosa. Además, había cal, tierra arcillosa propia para adobes y ladrillos, todo en abundancia para construir edificios y casas; sin faltar la piedra calcárea de diferentes colores para usarla en mampostería.

El clima era benigno con un aire puro y una atmósfera clara; existían también aguas minerales o termales, especiales para que “concurran los achacosos de otros lugares”.

 

Descripción

 

La extensión territorial de la ciudad puerto se proyectó en 12 mil hectáreas y fue dividida en 41 manzanas con dimensiones diferentes, con un trazo cuadriculado que indicaba  una ocupación del suelo diferente a la conformación típica de los pueblos sonorenses.

 

En el plano de la ciudad se cuidó de separar los edificios de gobierno de los dedicados al culto religioso.

 

Seis se consideraban las plazas públicas destinadas al comercio, recreación y culto cívico o religioso: la de armas, catedral, comercio mercado, el parque Pesqueira y la alameda.

 

Los edificios públicos proyectados eran: un hospital, la prefectura, juzgado, correo, cuartel, palacio municipal, escuela, teatro, aduana y cárcel.

 

El eje que daría vida a la ciudad sería un ferrocarril proveniente del norte que atravesaría la población hasta llegar al muelle, donde se ubicaría la aduana; aunque sin partir la ciudad en dos, sin duda sería la columna vertebral de su economía.

 

En un extraño eclecticismo histórico, no propio de la mentalidad liberal de la poca, definieron la nomenclatura de sus calles y avenidas. Lo anterior explica los nombres asignados a las cuatro calles más anchas: Cortés, Moctezuma, Hidalgo e Iturbide, y el reconocimiento a figuras de a Iglesia, como Kino.

 

En un alarde de unidad nacional, para las calles que corrían al noreste propusieron nombres de los estados; y para las rúas trasversales nombres de ciudades y pueblos de Sonora. En el centro, en donde se levantaría la plaza de armas, e fijó un obelisco de madera en honor al general Ignacio Pesqueira y a Tomás Robinson, este último Jefe de la Comisión científica; además, pretendía ser conmemorativo de la empresa soñada por el gobierno de Sonora.

 

Epilogo

 

Juan A. Robinson y su hijo Tomás Robinson: En este par de fichas biográficas está la respuesta de la suerte o destino que siguió el proyecto de Ciudad Puerto Libertad, que,  se convirtió en una de las utopías regionales del siglo XIX. Ahora bien, es preciso detenernos en los autores intelectuales, que suponemos le vendieron la idea de tal empresa al gobernador Pesqueira: Juan A. Robinson y su hijo Tomás. El señor Juan A. Robinson, originario de Nueva York, arriba a Sonora en 1821, se ubica por unos años en Álamos, y se dedica a la minería. En 1833, gracias a las ganancias que obtiene en las minas establece un comercio en Guaymas, lugar donde fija su residencia, y al paso del tiempo se convierte en un comerciante acaudalado. Durante veinte años fue agente consular de Estados Unidos, razón por la cual se le señalaba como dirigente del Partido Anexionista Americano. Era dueño del territorio donde se proyectaba la edificación de Ciudad Puerto Libertad, de ahí que tal vez había razón cuando observadores o espías franceses intervencionistas lo señalaban como una persona de grandes planes especulativos.

 

Tomás Robinson, presidente de a Comisión, nació en Guaymas y se dedicó, bajo cobijo del padre, al comercio. Entre 1854 y 1866 jugó varios roles en la milicia y en la política local. En 1854, como capitán del Batallón de urbanos, fue condecorado por sus méritos militares en la defensa de Guaymas en contra de los filibusteros franceses. Ocupó el cargo de diputado en 1861, el de prefecto de Guaymas en un par de ocasiones: en 1858 y 1864. En la segunda etapa de prefecto dio muestra de espíritu republicano, al defender al puerto de la intervención francesa. Un par de máculas perseguían su vida política: su vocación pro norteamericana por influencia del padre y su participación en la invasión o affaire del vapor inglés Mutine, cuya tripulación penetró en 1862 en la zona comercial de Guaymas, para proteger los intereses del señor Robinson de un embargo por adeudo de impuestos decretado por el régimen de Pesqueira. Esto último le costó el cargo de diputado por Guaymas en el congreso local. Un mal gastrointestinal corta de golpe su vida en 1866 en plena intervención francesa, dejando en vilo su sueño colonizador. Es posible observar que estaban muy imbricados los intereses de la familia Robinson en el proyecto urbano Portuario que nos ocupa.

 

Apropósito del fracaso u olvido del proyecto, podemos hacer las siguientes conjeturas: la muerte inesperada de Tomás Robinson, su más entusiasta e interesado promotor; la inestabilidad económica y política que causó la intervención francesa en Sonora en los años de 1865-66; el abandono del proyecto por parte del patriarca de la familia Juan A. Robinson, quien, tal vez dolido por la muerte de su primogénito y afectado en sus intereses económicos por la guerra con los franceses, se muda a San Francisco, California, en donde se dedicó los últimos años de su vida al ramo hotelero.

 

En suma, el proyecto fracasó y quedó en el olvido poniendo en evidencia cierto afán de especulación de sus más decididos promotores: los Robinson; además, pone al descubierto que en tal empresa estaban involucrados el gobierno y los particulares.

 

Del interesante proyecto sólo quedó -suponemos que durante algunos años- el peeequeño obelisco como constancia de un sueño, que hubiera adelantado el futuro de las poblaciones del desierto de Sonora.

 

Hoy Puerto Libertad es un espacio compartido por pescadores y empleados de la Comisión Federal de Electricidad. Mientras que la zona del distrito de altar, por su escaso desarrollo económico, se le conoce como el tercer mundo de Sonora.