Amalia Astorga de rostro sereno y manos fuertes, orgullosa y contenta, con un español que por momentos pronuncia con dificultad, herbalista de la comunidad indígena comca'ac o seri, de Sonora, lamenta que cada vez menos perosonas, en las grandes ciudades, pero incluso en su pueblo, olviden y acudan cada vez menos al poder curativo de la naturaleza a través de las plantas medicinales, aun asiel sitio donde expone y vende sus plantas medicinales es de los más consultados

 

Amalia Astorga aprendió el conocimiento de la medicina tradicional de se abuela y su madre. ''Carmelita Encina me enseñaba muchas cosas de espiritualidad, de las hierbas medicinales, a ir en busca de poder a la cueva (en la Isla del Tiburón); todo me enseñaba mi nana. Ahora tengo el corazón muy alto, mi mente fuerte para aliviar a la gente".

La primera vez que se visitaba ese sitio, explica, "había que estar tres días sin comer en la casa y al otro día íbamos a la cueva y luego pasamos ocho días sin comer. Tenemos poder para luchar contra la enfermedad. Fue difícil aprender, muy difícil, porque en ese tiempo no había médico (en la comunidad). Hoy todavía es casi igual. No tenemos médico".

La patria ancestral de los seris es la Isla del Tiburón, cerca de las costas de Sonora. Entre la isla y la plataforma continental se encuentra un paso que por sus corrientes peligrosas y barras de arena que cambian de lugar es conocido como El Infiernillo.

"Al mar lo escuchamos como una canción, de él sacamos nuestras canciones", dice doña Amalia Astorga, quien en 1998 fue honrada como Guardiana del Tesoro del Desierto por los museos del Desierto de Arizona y Sonora, por trasmitir a las nuevas generaciones el conocimiento de las plantas medicinales, así como las canciones e historias antiguas de los comca' ac.

''Las plantas que utilizo -destaca- no tienen droga, no tienen nada de mal, por eso yo no tengo miedo para aliviar a las personas.

Respecto del proceso de curación, indica: ''tengo mucha fuerza espiritual; primero hago oración, hago limpia, veo su enfermedad y luego doy medicina. No soy bruja, bruja no sale, no ayuda a las gentes, a mí nomás me mando Dios a curarlas.

''La gente olvida que existe la naturaleza; las plantas medicinales tienen mucho poder para aliviar. Es triste, se está perdiendo todo eso, su uso para curar con hierbas. Igual que nosotros, la gente de aquí, en las ciudades, ha perdido mucho para usar esa medicina. Yo no hablo muy bien; además enseño a los niños canción del mar, del monte, cuentos antiguos, como el del Año Nuevo seri''.

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